jueves, 16 de abril de 2015

Esta nota viene distinta, hace mucho no escribo y creo saber porqué es. Hace mas o menos un año yo estaba pasando por uno de los periodos más tristes que viví. Pasé mi cumpleaños rota, llorando en mi cama, recordarlo me llena los ojos de lagrimas, encontré consuelo en mi misma soledad, busqué estar conmigo. A pesar de estar con gente, estaba sola, más sola que nunca. 
Entré en una vorágine de llorar todas las semanas, de encontrar felicidad chocando una copa conmigo misma, de trabajar de lo que no me gusta con gente que no me quiere, de estudiar como una hija de puta, de perder amigos, de dejar de acudir a los recitales que me hacían bien (porque me hacían mal), entré en un circulo de mierda.
Con mi vida en un tacho de basura, me encontré con algunas personas que sin darme cuenta (ni yo ni ellos) me estiraron los brazos, entraron en mi casa, sacaron la basura y pasaron el trapo.
Un año después, me encontré viajando, yendo a recitales, festejando mi cumpleaños (dos veces!), riendo y amando MUCHO. 
Y ahora estoy llorando otra vez, pero solo de recordarme un año atrás, rotísima pero con el corazón latiendo. 
Che, tristeza, no te peines que hoy no salís en mi foto.