lunes, 27 de enero de 2014

16/10/13 - Veredas

Se respiraba calorcito, buena temperatura, oxigeno de sierra cordobesa y buenos fernets. Yo solo me estaba jugando el milagro del día, esperando que ese verano sea diferente.

Perdí, por distraída, febrero me arrancó el hígado y no supe como seguir..

Abril, mayo, junio, frío, miedo, perdida entre la gente buscaba un alma buena que sepa agarrar el puñal..

Soñaba con cuentos de hadas, príncipes que se juegan la vida por sus princesas,amores irreales.. Julio me convenció de que todo era posible. 

Extrañar, luchar, sufrir, necesitar al otro, todo eso no importaba, sabía que todo iba a estar bien.

Enero trajo con sigo abrazos y besos, pasiones, ilusiones y sueños.

Tocó la hora de jugar, pretendíamos ganar, apostamos todo lo que teníamos, queríamos el mejor premio.

De a poco construimos un hermoso castillo, peldaño por peldaño, despacito, para que llegue a buen puerto. Los príncipes de ese castillo eran felices así, con su techo y su amor, no tenían más.

Creíamos haber ganado aquella apuesta, convencidos de que nuestro juego había sido el mejor, pero tarde o temprano la banca siempre termina ganando y ninguno de los dos recibió las fichas que había apostado.

No nos dimos cuenta de la apuesta perdida hasta que nos volvimos a distraer, nuevamente en febrero, pero dos años después de aquel.

Poco a poco, al castillo que con tanto empeño construimos, se le empezaron a caer pedazos, no era más que un castillo de cartas, una a una las íbamos perdiendo. Apurados intentamos remendar los agujeros, pero cada vez eran más las cartas perdidas. Vivíamos nuestro cuento de hadas en castillos de cartas marcadas, y terminamos jugandonos todo a nuestra peor mano. 

Falto huevo, quizás, pero estoy segura que nos quisimos como se quiere cuando se quiere tanto que te hace doler.

No hay comentarios:

Publicar un comentario