miércoles, 29 de enero de 2014

Rosario blanco

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Tengo a Jesús clavado en su cruz al lado de mi cama. El flagelo del rosario blanco olvidado la última noche. La cruz con la que me ayudaba para armar los fasos porque tiene el tamaño justo para empujar bien, nos reíamos de haberle encontrado esa utilidad.
Tal vez está en mi mesita de luz por un olvido inconsciente, a propósito. Un fallido para volver a buscarlo, no lo sé.
Yo solo lo miro ahí clavado, sufriendo, sabiendo que nunca va a poder bajar de esa cruz y me veo a mi. Mis manos sangran por culpa de los clavos, se cae la sangre, mancho mi ropa, pero me quedo ahí, nunca muero, nunca me quito los clavos. No importa el tiempo que pase, nunca los clavos llegan a matarme, me quedo en esta agonía. Me ensucio las lagrimas con las manos llenas de clavos de una cruz donde nunca muero. La herida dentro de la herida no va a sanar jamás.
Veo las cuentas del rosario blanco en tu cuello tantas veces, siempre me gustó como quedaba. Pero recuerdo sacartelo con bronca, para desnudarte, para liberarnos, para poder revolcarnos en el colchón la última noche.

http://mellamoirene.blogspot.com.ar/2013/09/salta-por-mi-valiente.html

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